Embarazo

Durante el embarazo, el cuerpo de la madre debe cambiar para adaptarse a los requerimientos que tiene el desarrollo del bebé en su interior. Algunos de los cambios físicos más habituales son el aumento de tamaño de las mamas, la pigmentación más oscura de la piel y la mayor sensibilidad de los pezones.

También son frecuentes algunas molestias para hacer la digestión, náuseas, mayor sensibilidad frente a determinados olores o sabores, aumento de la temperatura corporal, sensación de cansancio y más sueño del habitual.

Además, a medida que el embarazo avanza y el útero crece de tamaño, algunos órganos se comprimen y aumenta el peso y la tensión en la zona abdominal, lo que también puede ocasionar molestias.

Asimismo, se producen algunos cambios emocionales, y en general la mujer embarazada tiene una mayor emotividad y sensibilidad, y puede experimentar alternancias entre sensaciones de ilusión y alegría con sentimientos de duda o inseguridad ante la nueva situación que va a vivir.

Una prueba para tu piel

El embarazo pone a prueba tu piel. Debido a las variaciones hormonales, se modifica el equilibrio de la piel, que tiene tendencia a deshidratarse y a resecarse. Además, el volumen sanguíneo aumenta, por lo que la circulación sanguínea y la microcirculación cutánea se vuelven más lentas, y esto hace que la piel sea más irritable, provocando sensaciones de comezón. Para evitar estas molestias, durante el embarazo, es necesario aportar a la piel, cada día, cuidados adecuados para nutrirla, hidratarla y proporcionarle alivio.

  • Evita utilizar agua muy caliente en el baño o la ducha.
  • Lávate con un gel limpiador suave sin jabón, especial para pieles secas.
  • Evita utilizar exfoliantes ya que podrían hacer más frágil tu piel.
  • Aplícate una o dos veces al día una crema hidratante y nutritiva en la cara y en el cuerpo.
  • Evita la exposición al sol o utiliza un protector de índice elevado (SPF 30 como mínimo).

Las estrías

Debido a algunos cambios hormonales que reducen la elasticidad cutánea y al estiramiento brusco de la piel, es frecuente la aparición de estrías durante el embarazo. Aunque al principio son líneas rojizas muy finas, con el tiempo, se transforman en líneas más gruesas que van cambiando el tono a violáceo y, con los años, se vuelven blancas como cicatrices. Suelen localizarse sobre el vientre, la parte superior de los muslos, el pecho o las caderas.

Puesto que una vez que aparecen, es muy difícil hacer desaparecer las estrías por completo, es mejor adoptar medidas para tratar de evitar su aparición. La prevención más eficaz es la que se inicia pronto, aplicando los cuidados adecuados de forma regular en el tiempo. Para ello, es conveniente mantener hidratada la piel y masajear las zonas que más sufren este estiramiento con aceite o una crema hidratante que no contenga retinol. Existen varias cremas antiestrías, que contienen ingredientes hidratantes, nutrientes y regeneradores de la piel. También deben cuidarse las grietas del pezón, que suelen salir durante la lactancia, aunque su prevención debe hacerse ya durante el embarazo. Existen cremas específicas para el pezón, que deben aplicarse al menos uno o dos meses antes del parto.

Si a pesar de todo, aparecen estrías, existen productos dermocosméticos que pueden ayudar a mejorar su aspecto estético y a reducirlas. Es muy importante no exponer nunca las estrías al sol sin una protección solar de índice muy alto, para evitar que adquieran una pigmentación oscura, que las haría más visibles.

Consulta a tu farmacéutico/a, que podrá recomendarte los productos más adecuados para ti.

 

 

Fuentes: SEGO, www.elfarmaceutico.es